Domingo Septiembre 28, 2025
Queridos hermanos y hermanas,
¿Somos ricos como el hombre rico?
Sí, según los estándares globales, los estadounidenses se consideran ricos. Aunque muchos de nosotros estamos atraves-ando dificultades económicas durante esta crisis económica y quizás tengamos dificultades para llegar a fin de mes, el nivel de vida en Estados Unidos sigue siendo uno de los más altos del mundo. El ingreso promedio de un hogar es-tadounidense es aproximadamente 150 veces mayor que el de los hogares de muchos países en desarrollo. La mayoría de nosotros aún tenemos acceso a necesidades básicas, como vivienda, atención médica, educación y tecnología, y mu-chos disfrutamos de comodidades como compras regulares, pasatiempos y propiedad.
Pero después de escuchar la parábola del hombre rico y Lázaro en el Evangelio de este fin de semana, surge una pregun-ta más profunda: ¿Deberíamos preocuparnos por nuestro juicio final?
Quizás sí, sobre todo si vivimos con la misma avaricia, egoísmo, ignorancia y ceguera espiritual que el hombre rico de la parábola. Su pecado no fue solo ser rico, sino también ser indiferente al sufrimiento del pobre que estaba a su puerta. Se centró por completo en su propia comodidad y placer e ignoró por completo las necesidades de los demás. Se amaba a sí mismo, pero no amó a Dios ni a su prójimo. Su riqueza lo hizo autosuficiente a los ojos del mundo, pero no a los ojos de Dios. De igual manera, a menudo caemos en la trampa de culpar a las ocupaciones y las cargas de la vida diaria por descuidar nuestro crecimiento espiritual, nuestras prácticas religiosas y nuestros actos de bondad. Permitimos que las distracciones de nuestras propias preocupaciones nos aíslen de los demás y nos separen de Dios. Al hacerlo, olvidamos nutrir nuestra alma, fortalecer nuestra fe y profundizar nuestra relación con Él. Olvidamos alimentar a los hambrientos, cuidar a los pobres y apoyar a los marginados. También olvidamos usar nuestros recursos para atender sabiamente nuestras propias necesidades y compartir generosamente con los necesitados.
Finalmente, deberíamos preguntarnos: ¿Qué debemos hacer después de reflexionar sobre los errores del hombre rico?
Primero, debemos recordar que la riqueza terrenal y el estatus social son temporales, mientras que los asuntos espiritu-ales tienen un valor perpetuo. Esta verdad nos ayuda a mantener a Cristo en el centro como "el Camino, la Verdad y la Vida". Nos guía a seguir sus enseñanzas, obedecer sus mandamientos, recibir su gracia en los sacramentos y confiar en su plan. Segundo, estamos llamados a invertir tiempo, esfuerzo y compromiso en nutrir nuestra alma, cumplir con nues-tras responsabilidades religiosas, practicar nuestra fe y cuidar lo que Dios nos ha confiado. Sin duda, esta disciplina trae equilibrio a la vida y nos prepara para un éxito duradero. Finalmente, estamos llamados a apoyarnos mutuamente como miembros del mismo rebaño, seguir las instrucciones del mismo Pastor y caminar juntos hacia el mismo destino. Por lo tanto, debemos vivir con compasión, bondad y conciencia de las realidades espirituales y morales que moldean nuestro camino tanto ahora como en la eternidad.
¡Sinceramente suyo en Jesucristo y Nuestra Señora de La Vang!
Reverendo Kiet Anh Ta.
CONSTRUCCIÓN Y SANTUARIO FUNDRAISING
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Bienvenido a Nuestra Señora de La Vang. Este es el 10º año de nuestro aniversario Celebre el año Chung. Junto Parish le invitamos a compartir nuestra contribución Especialmente nuestra campaña por un nuevo edificio y el Santuario de Santa Maria de Lavang
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