Domingo Noviembre 9, 2025
Queridos hermanos y hermanas,
“Dejen de hacer de la casa de mi Padre un mercado”.
Con demasiada frecuencia, presenciamos en la capilla de la iglesia un comportamiento que no refleja la reve-rencia que se muestra en casa de Dios. Muchos entran sin la vestimenta apropiada e ignoran las normas desti-nadas a preservar la santidad de este lugar sagrado. Algunos perturban el silencio sagrado, esencial para la oración y la devoción, con conversaciones en voz alta y comportamientos que distraen. Otros mastican chicle, comen o beben, usan sus teléfonos o toman fotos dentro de la capilla de la iglesia e incluso durante los mo-mentos solemnes de adoración. Algunos buscan reconocimiento o influencia personal en lugar de ofrecerse humildemente para la gloria de Dios.
Esto es un llamado a una corrección de corazón y conducta, tal como Jesús expulsó a los cambistas y merca-deres cuando entro al templo de Jerusalén durante la Pascua. Nosotros también debemos recordarnos mutua-mente que la capilla de la iglesia es verdaderamente la casa de Dios. Es un espacio sagrado, consagrado exclu-sivamente a la oración, la adoración, la reverencia y la comunión con el Señor. Por lo tanto, al entrar en la ca-sa de Dios, especialmente al pasar ante el Sagrario o acercarnos al Santuario, estamos llamados a defender los valores espirituales de nuestra tradición católica, a honrar la presencia real de Jesucristo y a venerar el espacio sagrado donde quienes nos rodean se unen en oración y devoción.
“Dejen de hacer de la casa de mi Padre un mercado”.
También debemos reconocer la necesidad de otro tipo de corrección cuando muchos en el mundo actual no honran sus propios cuerpos como templos del Dios vivo. En lugar de salvaguardar este don sagrado, algunos caemos en hábitos dañinos, sustancias adictivas y en la búsqueda de placeres físicos efímeros. Algunos parti-cipan en actos ilegales, conductas arriesgadas e inmoralidad sexual que no solo ponen en peligro nuestro bie-nestar, sino que también distorsionan la belleza de la naturaleza divina, contradicen nuestra dignidad divina y reducen nuestros cuerpos a meros instrumentos de gratificación. Otros están agobiados por la ansiedad, la de-presión y el peso de las luchas diarias, lo que puede llevarnos a la desesperación, al odio hacia nosotros mis-mos o incluso a la autolesión. En todo esto, podemos olvidar que nuestros cuerpos físicos son vasos de gracia para nutrir el alma, reflejar la luz de Cristo y aspirar a la recompensa eterna. Por tanto, así como Jesús limpió el templo de Jerusalén, también nosotros estamos llamados a purificar nuestros cuerpos, a eliminar todo lo que deshonra la presencia de Dios dentro de nosotros y a restaurarlos como moradas santas para nuestro Dios.
“Dejen de hacer de la casa de mi Padre un mercado”.
¡Sinceramente suyo en Jesucristo y Nuestra Señora de La Vang!
Reverendo Kiet Anh Ta.
CONSTRUCCIÓN Y SANTUARIO FUNDRAISING
Bienvenidos y bienvenidas
Bienvenido a Nuestra Señora de La Vang. Este es el 10º año de nuestro aniversario Celebre el año Chung. Junto Parish le invitamos a compartir nuestra contribución Especialmente nuestra campaña por un nuevo edificio y el Santuario de Santa Maria de Lavang
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